Gracias Naír, por dejarme retratarte de mil formas, por no cansarte ni por un solo momento y ,sobre todo, por dejarme disfrutar de ese día contigo.
Niña
Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento,
Alto deslumbramiento,
Hasta volvernos verde la mirada.
Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
Y el espacio se vuelve
Un transparente campo de batalla.
Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
Brilla en las hojas, habla entre las piedras
Y en húmedos vapores nos convierte.
No dices nada, niña.
Y la ola amarilla,
La marea de sol,
En su cresta nos alza,
En los cuatro horizontes nos dispersa
Y nos devuelve, intactos,
En el centro del día, a ser nosotros.
(Octavio Paz, poeta mexicano)